Arcobaleno

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sábado, 29 de enero de 2011

La pieza faltante

La vida, nunca es como te la pintan; siempre es todo lo contrario o cuando menos en mi caso lo era.
Mi vida, no era problemática, pero si estaba vacía. Mis padres trabajaban sin parar las 24 horas del día y nunca se encontraban en casa; cuando era chica me llevaban a sus viajes de negocios, salíamos a comprar algo, jugábamos, íbamos a la playa…etc, pero cuando comencé a crecer ya no me llevaban, siempre decían la misma excusa: “Cariño, no es que no queramos llevar, pero debes de quedarte…es por la escuela, debes de ir, y no podemos sacarte un permiso por tanto tiempo”.

Desde ese día, me convertí en una persona solitaria, introvertida y para algunos, una maldita mocosa que lo tenía todo: buenas calificaciones, las mejores, he de presumir; buen status social, una gran casa…etc.; sin embargo no se daban cuenta que me hacía falta algo, y ese algo era por lo que actuaba tan fría y distante de los demás y de sus relaciones sentimentales con las demás personas, algo que ni el dinero mismo podía comprar, algo que mis papás tenían, sin embargo no me lo daban.
Me hacía falta… AMOR.
Así que les contaré cómo encontré esa pieza que me faltaba desde hace mucho tiempo, en una tarde de verano después del segundo ciclo escolar.
Suele decir que uno conoce la historia, cuando solo conoce el fin de la misma pero, uno debe de comenzar por el principio para tener en cuenta detalles fundamentales para comprender la historia.


Capítulo 1: Otro viaje; otro ciclo escolar.

Comenzaba un nuevo ciclo escolar, y adivinen que…HABÍA APAGADO EL DESPERTADOR Y SÓLO ME QUEDABAN 25 minutos para bañarme, desayunar, bajar a que me llevaran a la escuela y aparte, el tráfico de cada mañana.
--Señorita, despierte por favor, se le va a hacer tarde pare ir a la escuela.
--¿Qué hora es Ana?
--Son las 6:35 de la mañana, no va a alcanzar a prepararse.
--¡Por qué no me despertaron antes!
--Lo hice, pero sólo continuaba ignorándome.

A sí, ella es Ana Griffin, mi “nana”; bueno más bien sería: “La persona encargada de cuidarme y dejarme hacer lo que yo quiera, mientras mis padres no están”, si eso suena mejor.

Me levanté, me bañé, desayuné, casi atragantándome, y salí corriendo hacia el sedán negro que me esperaba; como lo imaginé, había un tráfico espantoso; aparte de un choque automovilístico, había varios trabajadores arreglando la carretera, eso era frustrante, no sólo para mí, también para el chofer James Asgrid; a él le gustaba la puntualidad tanto como a papá, pero ese era mi pequeño defecto: NUNCA estaba lista a tiempo.
Llegué a la escuela, la ceremonia de entrada ya había comenzado, así que decidí ignorarla e ir directamente al baño y posteriormente a mi salón. 

Ese sería mi salón durante todo este año escolar, a excepción de los laboratorios de ciencias, francés e inglés; aunque no tenía inglés, otra vez, este año.
Los pasillos comenzaban a atiborrarse de gente, muchas personas, demasiadas para mi gusto; no es que fuera claustrofóbica, pero la gente, algunas veces, me hacían sentir excluida; así que prefería evitarla.
No había mucho cambio de los años anteriores, unos cuantos de compañeros de los que tuve el años pasado y antepasado, algunas caras nuevas, pero no veía a mi ÚNICA amiga.
Su nombre es Rizzo Compton, es una chica realmente extrovertida y muy bonita, retrasada en llegar a tiempo, como yo, y es a la única que le he contado la verdadera razón de mi ser, tiene un novio, su nombre es Henry Oliver algo, no lo recuerdo muy bien, y está en un grado superior al nuestro; sus padres son abogados y tiene 3 hermanos más grandes que ella.
Los pupitres estaban ya con nombres, así que solo tenía que buscar el mío…¡Ahí estaba!, una butaca del lado izquierdo del salón, junto a la ventana, en el penúltimo lugar; mientras todos platicaban con sus amigos de la clase o de clases superiores o inferiores, yo buscaba el nombre de Rizzo, y vaya que lo encontré, estaba al fondo del salón, en medio.
No tuve más remedio que sentarme y observar el panorama desde la incomodidad de mi asiento, mi mente vagó por un buen rato, ni siquiera supe cuando ya habían tocado la campana, cuando Rizzo había y ni siquiera puse atención cuando el maestro entró.
--Buenos días, mis estimados pupilos.
Esa voz tan melosa… ¿Dónde la escuché antes?, mi mente seguía vagando…y bastante, esa voz…será posible…voltee un momento para encontrarme con un salón repleto y un profesor joven, ajustándose la gafas, varios cuchicheos de entre las “Chica buenas”, y un mal genio por parte de los chicos que decían: ¡Diablos, tenía que ser el Prof. A. Renoult, nuestro tutor! ¿Por qué no una belle maestra con curvas inimaginables?
Ah, es verdad el Profesor Anthony Renoult, le decían: “Sexy Prof.”, aunque no entiendo el por qué, era un tanto tosco con los chicos, con las chicas ponía voz melosa y unos ojos de cachorrito que ninguna se resistía, a excepción de Rizz y yo, y siempre con ese traje…negro con blanco ¿Qué acaso no tenía otro?, y esas gafas tan de…Don Juan…todos los chicos lo odiaba, las chicas lo amaban y los profesores lo envidiaban, incluso las mujeres.
La bienvenida por parte del profesor, más la rápida explicación de los reglamentos parecía eterna, nadie le ponía atención, a excepción de las “Chicas buenas”, entre cada punto y aparte del profesor cada una soltaba un suspiro.
Muchos de los chicos se habían quedado dormidos, menos 3 chicos, 3 caras nuevas, algo nunca visto; el de hasta delante era rubio, de ojos azules y parecía un deportista nato y, hasta ahorita bastante serio; el segundo, estaba sentada en la fila cerca de la puerta, era castaño un poco rizado, de ojos color verdosos y traía unos audífonos colgados al cuello, no los había usado, parecían realmente nuevos; el último, estaba sentado detrás de mí, usaba el espejo del celular para poder verlo bien, y de vez dirigía el celular a la banca, para ver mejor el nombre, estaba viendo hacia el campo de béisbol, parecía realmente enfocado y me pareció saber por qué, el equipo representativo estaba jugando. No me pareció nada fuera de lo normal, ya que los chicos aquí entraban por 2 razones:
1.- Formar parte del equipo de béisbol.
2.- Por el equipo de porristas.
Si, bueno sé que son razones tontas, pero todos los chicos de América matarían por estar en el equipo, las porristas eran secundarias, nadie venía aquí por los estudios superiores que les ofrecía la escuela, no, eso era secundario para ellos también.
El chico de atrás, era pelinegro con reflejos azulados, sus ojos eran de color ámbar, su piel era blanca con toques rozados, su expresión dejaba mucho que decir, creo que si Rizz lo viera, dejaría a su novio por él o por los otros 2 mencionados anteriormente.
Su nombre era algo difícil de descifrar, ya que no podía leer al revés ¿verdad?...
Cuadro de texto: Alexis DeVolkan Ritz 
   
Vaya nombrecito, pude saber que su padre era francés, por el apellido, sin embargo desconocía el paradero de su madre.
--Bueno, mis estimados pupilos, tenemos 3 nuevos estudiantes esta año; ya todos aquí se conocen y cuando menos se dirigen de vez en cuando la palabra, pero démosle una bienvenida mientras pasan al frente a decir su nombre, edad, gustos y disgustos; y claro, al final de esta presentación, pueden hacerles preguntas.
--Profe…---otra voz melosa, es de Clara Beraud, la líder de “Chicas buenas”—discúlpeme, pero algunos no les dirigimos la palabra a 2 personas en singular.
--¿Y quiénes son esas personas Srita. Beraud?
--Pues nada más y nada menos que Maia y Rizzo.
El salón quedó petrificado, sólo se escuchó una risita por parte de su sequito.
--Bueno cuando menos, nosotras no les hacemos favores TAN PERSONALES a los profesores, Clara.
Vaya que Rizzo no se sabía quedar callada, era una de sus cualidades que me agradaban de ella, aparte de ser una chica bastante explosiva cuando en verdad le busca por donde molestarla.
Clara sólo se sentó, indignada, mientras que los 3 muchachos se paraban frente a la clase.
--¡Hola!, mi nombre es Axel DeVolkan Yuu, tengo 16 años, me gusta mucho la música, bailar y comer cosas picante; lo que me disgusta son las chicas arrimadas, creídas, y sin personalidad.
Ese era el chico de los audífonos, bastante alegre o hiperactivo para mi gusto.
Las chicas se quedaron petrificadas, Rizzo había cambiado de lugar por un momento, para hablar conmigo y decirme que los 3 eran realmente guapos y únicos e incluso me dijo que pensaría, seriamente, cambiar de novio.
¿No se los dije?
--Buenos días, mi  nombre es Arthur DeVolkan Hirzel, tengo 16, me gusta leer, ciencias e informática; me disgusta lo dulce, los idiomas y las reglas.
¡Vaya! Alguien serio… aunque, me hubiera parecido increíble que alguien como él, que se ve tan atlético, fuera más intelectual…
El último…
--Hola, ¿Qué tal?, mi nombre es Axel DeVolkan Ritz, 16 años, me gusta el béisbol, la comida Italiana y japonesa, dibujar y leer; me desagradan las matemáticas y las chicas mimadas.
Un chico levantó la mano.
--¡¿Acaso son hermanos?!
--Tonto, Harry, ¿Crees si fueran hermanos tendrían diferente apellido materno?
--Bueno no Suzie, pero todo puede pasar.
--No, no somos hermanos, somos primos. —contestó Arthur.
--¡Ah! De acuerdo, entonces Axel, ¿quieres unirte al equipo?
--La verdad me encanaría, pero estoy en busca de otro deporte esta vez.
--¿Qué tal, si practicas conmigo?—Clara.
--Si, practica con Clara, para que seas el primer recién llegado que cae bajo el veneno de la PROSTITUTA más grande de la escuela.
--Srita. Compton….no hable así de su compañera.
--Pero profesor, es la PRITITA VERDAD.
No tuve más remedio que reírme, algo que sólo veía Rizzo; pero esta vez no me importó tanto que me viera todo el salón.
--¡Cállate Maia!
Terminé de reírme, puse una cara cálida y agradable…tampoco vistas por el mundo.
--Lo siento Clara, pero Rizzo tienes razón; o qué, ¿Ya se te olvidó cuando te fuiste a encerrar al cuarto de limpieza con el capitán del equipo de Basquetbol?
--Eres una….
--Señoritas, por favor…
--Sí, lo siento, puede continuar con su aburrida tutoría y presentaciones.
--Bien dicho Maia.
Continuamos hablando entre nosotras, sin importarnos las miradas asombradas y de muerte que nos lanzaban nuestros compañeros y el maestro.
Las primeras horas habían terminado, y comenzaba la hora del receso.
--Oye Rizzo, ¿Y Oliver?
Oliver era su novio y capitán del equipo de escalada.
--Ni idea, dijo que tenía una asesoría con el maestros de Química Inorgánica…o algo así.
--Raro de él de no acompañarte a comer.
--¡Oh, vamos! Cuando menos pasaré un tiempo de calidad contigo Maia.
--Gracias.
Pasamos gran parte del receso platicando sobre las vacaciones de verano, hasta que…
--¡Cuidado!
--¿Ehh?
--¡Ah! ¿Rizz estás bien?
--Mmmmm…sólo me duela la cabeza un poco.
Su voz parecía un ligero susurro, algo casi inaudible, sin embargo, pude ver la razón de su dolor y quejas, era una ligera pelota de tenis; bueno, no tan ligera, pudo haber viajado a casi 130 km/hr, inclusive más.














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